Alguien definió al “Santos Vega” de Rafael Obligado como “la más acabada personificación” de aquel legendario gaucho, trovador errante de las pampas argentinas, el que, en singular batalla, fuera vencido, nada menos, que “por el mismo diablo”, simbolizado en la figura de “Juan Sin Ropa”, representación del inmigrante para significar a un individuo pobre, como por lo general lo eran los recién llegados, quienes con su laboriosidad llevaron al cabo aquella notable transformación pampeana. Transformación que llegaría a convertir a nuestro país en uno de los grandes abastecedores del mundo. Contrariamente, Santos Vega encarna una época, un mundo primitivo de ser y de vivir que se desmorona para siempre cuando es suplantado por el progreso, la cultura, la vida normal y fija, a la vez agitada y febril, de la civilización moderna. En la última parte de su libro, Obligado narra aquella famosa payada con estos inspirados versos: “Juan Sin Ropa el forastero / comenzó por un ligero / dulce acorde que encantaba/ y con voz que modelaba / blandamente los sentidos / cantó ‘tristes’ nunca oídos, / cantó ‘cielos’ no escuchados, / que llevaban derramados, / la embriaguez a los sentidos”... “Oyó Vega embebecido / aquel himno prodigioso / e, inclinando su rostro hermoso, / dijo -‘Sé que me has vencido’...” “¡Oh, qué voces levantadas / las que entonces se escucharon! / ¡cuántos ecos despertaron / en la pampa misteriosa!”...”Era el grito poderoso / del progreso dado al viento, / el solemne llamamiento / al combate más grorioso. / Era, el medio del reposo / de la pampa ayer dormida, / la visión ennoblecida / del trabajo antes no honrado, / la promesa del arado / que abre surcos a la vida” ...”Como un mágico espejismo,/ al compás de ese concierto,/ mil ciudades el desierto / levantaba de sí mismo” ...”Cuando cundió esta armonía,/ que nos conmueve y asombra, / era ya Vega una sombra / que allá en la noche se hundía”.
Arturo Garvich
Las Heras 632 - S. M. de Tucumán